Citera siempre fue la encrucijada de los pueblos y las civilizaciones del Mediterráneo. Las vías marítimas Oriente-Occidente pasaban por aquí. Era muy importante para un reino o un imperio que controlara el mar de Citera. Los que pretendían conquistar la isla llevaban e instalaban familias. Estas se mezclaban con la población indígena. Citera es un pequeño crisol de pueblos. Hasta hoy en día se puede encontrar gente con apellidos venecianos o escuchar el apellido Kasimatis cuya procedencia es de Constantinopla. Continuos y pequeños en cifras asentamientos de diferentes lugares crearon el “pueblo” citerano.
Estos son los citeranos. Una gente creadora con preocupaciones. La tierra pobre y la vida difícil en la isla impulsaron a muchos de sus habitantes a la emigración. Así que tuvimos tres grandes oleadas migratorias. La primera fue después de la revolución de 1821 cuando muchos griegos emigran a Asia Menor donde florece el comercio y la cultura, a la vez que se debilita el imperio turco y se conceden libertades a los pueblos. Entonces se crea colonia grande en Esmirna. En Kordelió y en Kuklutsás, barrios de Esmirna, se establece la mayoría de ellos. Allí fue además donde fue fundada la primera asociación citerana fuera de la isla, después de mediados del siglo XIX. Los citeranos se fueron, como la mayoría de los griegos, durante la Catástrofe de Asia Menor. En el Pireo había también una colonia la cual hasta nuestros días no ha dejado de ser la colonia principal de los citeranos. Otra colonia citerana hubo en Alejandría de Egipto.
La segunda oleada migratoria empezó a los finales del siglo XIX y duró hasta la Segunda Guerra Mundial. Los destinos principales de los nuevos emigrantes fueron los Estados Unidos y Australia. La tercera y última oleada de emigración empezó después de la Segunda Guerra Mundial y duró hasta mediados de la década de los setenta, con la mayoría de los emigrantes instalándose en Australia. Actualmente casi 40.000 citeranos viven en Australia y unos mil viven en Estados Unidos. En Atenas y en el Pireo viven unos 5.000-7.000. Últimamente hay una corriente de regreso a la isla. Mucha gente joven se establece permanentemente en la Citera.
Toda esta evolución creó un rico patrimonio cultural, dio una identidad especial a los citeranos y produjo un pluralismo increíble en la mentalidad de la gente. Gente comunicativa, viajera, llena de nostalgia y deseos. Un incesable vaivén de ideas, motivos, caprichos y culturas sigue hasta nuestros días siendo su manera de vivir.
En su origen, la cultura citerana está provista de elementos de Creta, de las Islas Jónicas, de Mani. La lengua que se habla, el dialecto citerana, lo demuestra. También son importantes las influencias venecianas. La fe ortodoxa es uno de los elementos más importantes de la cultura citerana y se ve de las costumbres de la gente con su participación y asistencia a las fiestas religiosas y de las más de 300 iglesias y capillas que hay en la isla. En las artes, el canto y el baile los citeranos han creado su propia escuela y siguen creando hasta hoy en día.
Solidaridad al máximo con décadas de asociaciones dondequiera que haya citeranos, mientras ahora que el Internet sirve de herramienta de comunicación, los citeranos crean potentes comunidades de comunicación y cooperación. El nivel educativo es alto, la situación económica de la mayoría es próspera y la empresarialidad es potencial. Los habitantes de la isla se dedican mayoritariamente al sector agrícola y en el turístico.